Copa


Entre en ese cuarto pintado por hadas,
pise sus alfombras erizadas de jazmines,
sentí sobre mi piel el terciopelo de las rosas,
olí en aquel lugar una inmensa sinfonía de orquídeas y vainillas,
vi desde esas ventanas los pasajes mas hermosos que forman mi mirada,
no me sentía solo,
y nadie estaba allí,
ni una lamina plateada que me devolviera mis carcajadas.
En ese banquete de ensueño,
flotaba.
Los vientos que traen los días,
mudaron mi cuerpo,
a esferas lejanas,
como prisiones eternas,
que angustian mi alma.
No se.
Se fugo de entre mis dedos,
dejandome aquí,
y no me gusta nada,
cargo los días en busca de aquella puerta.
E viajado,
plante las mas extrañas semillas,
buscando que algún retoño que me dejara en pascuas.
Y nada.
Camine por las costas,
y bajo las mas profundas aguas,
hurgue furioso bajo la tierra,
y devoré mermeladas,
llene las jarras,
frascos,
vasos de flores,
y nada.
Guarde aquel asunto bajo mi piel,
pero la piel habla.
Paso una gitana silbando bajito,
hablo de los andamios y los ladrillos,
también de las hadas.
Y las habitaciones vacías.
Me contó de los niños,
y del color del agua.
Bebió lentamente de su copa,
y serró la puerta.
Aun puedo ver el color de sus labios dibujándose en la copa,
mientras miro el vino que aun vive en ella,
mi piel me llena de preguntas.
Bebo lo que resta colocando mis labios sobre el plano de los suyos,
como besándola.
Y aunque aquel era el mas delicioso de los vinos,
y su sed era veraniega,
dejo aquel brebaje preguntándole a mi piel,
que no encuentra respuesta.
La noche entra y el sueño apremia,
ese camino,
aquella puerta,
la luz espiándome desde la mirilla,
alguien mueve el picaporte.
Estoy en casa....

noMartín
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