No hay
ni un alma entre los árboles.
Y yo
no sé adónde me he ido.
Octavio Paz
Llego como llegué, solitaria, asustada,
a la puerta de calle de madera encerada.
Abro la puerta y entro, silenciosa, entre alfombras.
Los muros y los muebles me asustan con sus sombras.
Subo los escalones de mármol amarillo,
con reflejos rosados. Penetro en un pasillo.
No hay nadie, pero hay alguien escondido en las puertas.
Las persianas oscuras están todas abiertas.
Los cielos rasos altos en el día parecen
un cielo con estrellas apagadas que crecen.
El recuerdo conserva una antigua retórica,
se eleva como un árbol o una columna dórica,
habitualmente duerme dentro de nuestros sueños
y somos en secreto sus exclusivos dueños.
Silvina Ocampo
Verde embeleso de la vida humana,
loca esperanza, frenesí dorado,
sueño de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;
alma del mundo, senectud lozana,
decrépito verdor imaginado;
el hoy de los dichosos esperado,
y de los desdichados el mañana:
sigan tu sombra en busca de tu día
los que, con verdes vidrios por anteojos,
todo lo ven pintado a su deseo;
que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo en entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.
Sor Juana Ines de la Cruz
Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa en mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho,
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Sor Juana Ines de la Cruz
A través de la noche urbana de piedra y sequía
entra el campo a mi cuarto.
Alarga brazos verdes con pulseras de pájaros,
con pulseras de hojas.
Lleva un río de la mano.
El cielo del campo también entra,
con su cesta de joyas acabadas de cortar.
Y el mar se sienta junto a mí,
extendiendo su cola blanquísima en el suelo.
Del silencio brota un árbol de música.
Del árbol cuelgan todas las palabras hermosas
que brillan, maduran, caen.
En mi frente, cueva que habita un relámpago...
Pero todo se ha poblado de alas.
Octavio Paz
Pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.
Mario Benedetti
Delicias todas las estaciones, y en cada una de ellas.
Basta de Shiseido deluxe. Decidida, Sakura le compro esta vez una versión mas barata a su madre – antes bella, ahora demente – y le dijo que era exactamente la misma. Sakura no hacia mas que ser razonable. Hasta compro dos mas con descuento. ¿Cómo podría saber que la madre se iba a morir pronto, dejándole tres frascos de crema de noche barata?
Sakura se siente burlada, pero disfruta la pinzada de culpa ahora que la usa todas las noches. Hija demasiado obediente de una madre que había abandonado sin compasión a su padre, el recuerdo de su pequeña mentira reconforto a Sakura como una venganza tardía.
Minae Mizamura