Niña Caracola



La niña triste nació una madrugada de abril allá lejos en donde las agua dejaron sal y desiertos
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Maruja: su madre antigua bruja blanca en pacto con la vida abrió los ojos de su niña que nunca lloraron ni apenas gozaron, beso cada uno para cubrir con amor cada paso de dolor en que transcurriría aquella oscura danza

-Los días pasan en llovizna (fueron sus primeras palabras), que nadie entendió.

Su hermano Nardo llevaba cada tarde a la niña a la plaza con un pequeño banquito azul y la dejaba cerca del bebedero y bajo el único árbol de la plaza, al menos ahí no se veía tan triste.
Asistía a clases diariamente pero de tan ausente ya ni en las listas estaba, nadie la sabia.... casi nadie la recordaba.
Aquel día que no vale la pena fechar, salto de su banca cruzo el aula rudamente, sus pasos acelerados la dejaron en los pies de Nardo, tomo el banquito e hizo que este la llevara a la plaza, a su lugar a su lar, se sentó mientras el joven regresaba a su trabajo, tiene tan solo 10 años y solo de eso gusta -pensó Nardo - que mas da si no esta en clase, es buena, es mansa........ es invisible.

Hay el sueño de un pez que quiere ser agua desesperadamente, un único ejemplar cuyo único deseo es diluir, correr, recorrer, tocar.

Cayo la tarde y el silencio acuchillo el desierto, lo siguió el estruendo del viento y la fascinante luz de los relámpagos, Maruja toco sus labios y al chuparse los dedos su tacto canto sal.

El gentío en pánico se mudo dentro de su casa, nadie se atrevió a cerrar las persianas, ni las puertas, y el agua toco la tierra, una tras otra se desperezaban las gotas, hilos que deshilvanan la furia, río que busca, tierra arrasada, lavada, sueño de frutos tropicales y palmeras. La lluvia bautizo a la Niña quien de ojos bien abiertos trago las aguas y estiro su cuerpo hasta ser doncella, el banco fue tragado por las arenas movedizas y ahí tirada mirando las gotas quedo la niña.
Al sol que nada le importa esparció su furia apenas un pájaro abrió el cielo, en menos de unos minutos todo era recuerdo, la arena volvía a correr y los frutos a perecer, Nardo busco a su hermana con sorpresa y miedo, nadie sabia nada, nadie la vio llegar ni irse, algunos ni siquiera sabían de su exquistencia como su maestra, o su madrina.
Desesperado corrió a hablar con la doncella perdida que nada sabia, ella no lo desasno tan solo un beso en sus mejillas desmallo y dentro de una inesperada paz lo dejo.

La Niña cruzo las calles dejo flores blancas en la tumba de su madre y ya en la carretera empezó a viajar, daba lo mismo en que. Su destino estaba trazado
... cruzo unos cuantos pueblos con su ropaje gastado, hasta que ahí despertó la ciudad, busco arduamente aquella tienda de la cual desconocía su existencia pero la furia deja a Dios en tus pies. Entro dejando boquiabiertos a los turistas y transeutes, compro su caracola para oir el sonido del mar y mientras dormía la caracola se trago a la doncella.
Ahora ella es en silencio las olas

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